El equipo de rodaje del documental que la productora Acheron Films rueda para Canal Sur, ha hecho parada en el Castillo de Íllora, donde ha entrevistado al alcalde.
En su intervención, Antonio Salazar ha destacado la imponente personalidad de María Manrique: “Mujer adelantada a su tiempo, y una de las primeras feministas de la historia”.
El documental cuenta además con la participación de especialistas en la sociedad, historia y arte de la época, así como la intervención de los últimos descendientes directos del Gran Capitán.
Dirigido por Marichu Sanz & Laura Alvea, a partir de un guion de José Francisco Ortuño & Marichu Sanz, “María Manrique, la Gran Capitana” cuenta con un exhaustivo trabajo de documentación a cargo de Antonio Callejón, escritor, Doctor en Geografía e Historia por las Universidades de Sevilla y Granada, y autor de la novela “El último amor del Gran Capitán”, (actualmente en 6a edición) y que trata sobre de la vida de María de Manrique.
Como tantas otras mujeres, María Manrique ocupa un inmerecido segundo plano en las páginas de la historia, ocultada por la figura de su esposo, Gonzalo Fernández de Córdoba.
Pero, más allá del papel que las normas sociales de aquel tiempo guardaban para la mujer, María Manrique fue una de las grandes personalidades ilustradas de la transición entre los siglos XV y XVI: mecenas, estratega, responsable de la introducción del Renacimiento italiano en Andalucía, y testigo excepcional de acontecimientos que marcarían el devenir de nuestra historia.
Con una excelente formación humanista, su gran personalidad hace que se desenvuelva con especial habilidad en la sociedad de su tiempo, evidentemente dominada por hombres.
Como dama de compañía de la reina Isabel, y después como gobernadora de las plazas reconquistadas de Íllora y Montefrío, estuvo presente en primera línea de retaguardia del cerco de Granada.
Actuó como protectora del hijo de Boabdil (Principe Ahmed), durante 9 años, como resultado de las negociaciones con el Rey de Granada y que lo deja como rehén en su casa.
Como tantas otras mujeres excepcionales, María Manrique ocupa un inmerecido segundo plano en las páginas de la historia, ocultada por la figura de su esposo, Gonzalo Fernández de Córdoba.
Durante la ausencia de su marido, luchando en las Guerras de Italia, administra las plazas y bienes de su familia. Tras el nombramiento de El Gran Capitán como Virrey de Nápoles, cargo que ostentó durante cuatro años y del que fue destituido por Fernando el Católico, vuelve a España, permaneciendo ella en Nápoles para poder cerrar alianzas y tratos abiertos durante el virreinato.
Proyecta en 1515, ya viuda, su proyecto más ambicioso: la iglesia de San Jerónimo, como panteón familiar del Duque de Sessa y sus descendientes.
María Manrique en Íllora
La segunda esposa del Gran Capitán fue Dama de la Reina Isabel, del linaje de los duques de Nájera. El enlace se produjo el 14 de febrero de 1489 en Palma del Río e inmediatamente el matrimonio trasladó su residencia a Íllora. Aquí, María Manrique se encargó de ornamentar lujosamente la fortaleza incorporando tapices, ajuares y creó un centro cultural donde acudían invitados de la zona y también de la ciudad de Granada.
Tuvo tres hijas, una de ellas, María, fallecida a edad temprana y enterrada en el Castillo de Íllora, siendo trasladados posteriormente sus restos al Monasterio de san Jerónimo de Granada.